El himno de El Barraco define al pueblo y sus habitantes
Por Faustino del Monte
Un himno es un canto dedicado a honrar y a unir el amor patriótico de quienes quieren celebrar la dicha de haber nacido en la tierra que amamantó a sus raíces. Un himno es una composición poética y/o musical que caracteriza y distingue a un pueblo, a un país. Un himno es el prólogo de los grandes actos y el epílogo de los acontecimientos históricos y memorables. Un himno es motivo de recogimiento, por el significado de cuanto encierra. Un himno es la reverencia de quienes lo cantan y el abrazo cariñoso y filial de quienes lo escuchan. Un himno es, y supone ser, tantas y tantas cosas…
El Barraco tiene su propio himno. En él convergen dos cantos, paralelos e inseparables. Uno de ellos, contenido en la primera estrofa de las cinco que componen la obra poética, hace una justa descripción de cómo es el pueblo, refiriéndose a su entorno y emplazamiento geográfico: «El Barraco es un pueblo precioso/ El Barraco es un pueblo ideal, / verdes prados, montañas y valles/ color y grandiosidad le dan«. Otras estrofas, entre ellas la última, definen con precisión el carácter de los barraqueños: «Barraqueños son una gran familia/ que le quieren, le quieren de verdad, / y en el corazón lo llevan/ con cariño, amor y lealtad«.
En cuanto a su música, hay que decir que es una pieza maestra, valiosa y llena de inspiración. Cada nota tiene por sí y en combinación con todas las demás, un extraordinario poder para cautivar al oyente, para conmover y agudizar los más profundos sentimientos de cualquier barraqueño, aunque, haciendo honor a la verdad, no lo oímos con la debida profusión.
Don Áureo Herrero, que nació en El Barraco el 4 de octubre de 1904, compuso el himno para su pueblo. Su padre, segoviano de Riaza, vendedor ambulante de lanas y paños, fue un gran aficionado a la música: iba sembrando sus rutas mercantiles de melodía y canción, cual si fuera un trovador. Un buen día llegó a estas tierras de páramo, se enamoró de El Barraco y de una moza de la villa. Don Áureo nació de aquel matrimonio con la impronta y el legado de su padre. Aquí creció el maestro Herrero, aquí fue a la escuela con Don Prudencio y aquí fue educándose, de forma natural e intuitiva, en el arte de la música. En 1913, cuando el autor de nuestro himno contaba nueve años de edad, la familia se trasladó a la capital abulense. Poco propicio les fue el negocio del tejido y poco duró su estancia en Ávila. Dos años después, la familia Herrero levanta ajuares y raíces -piano incluido- para vivir en Madrid. En Ávila, el pequeño Áureo fue sorprendido con agudas dolencias reumáticas que casi no le permitieron ir a la escuela. En la capital de reino, con la cultura básica que podía adquirirse en aquellos tiempos, ingresó en el Conservatorio de Madrid, donde estudió contrabajo, piano y guitarra. Desde entonces su vida ha sido la música y ha vivido para su arte. Hoy, ya jubilado, a sus ochenta y dos años, sigue dedicando gran parte de su tiempo a la composición y al estudio de la música. En su época activa perteneció a la Orquesta Sinfónica Arbós y a la Orquesta Nacional de España (ONE). Paralelamente transcribía y adaptaba, para guitarra, obras de grandes maestros –Falla, Bach, Granados, Beethoven, etc.-, ejercicio que aún practica con gusto y satisfacción. Él mismo se autodefine como pedagogo de la música, pues no en balde ha transmitido sus experiencias de adaptación y conocimientos de solfeo a concertistas españoles y extranjeros. Todavía recibe en su casa de El Barraco a músicos que llegan desde Florida (EEUU), Brasil, Irán…, que se interesan por sus lecciones y por su dilatada obra.
Don Áureo Herrero, un día, abandonado a la inspiración que le produce el panorama y el entorno de El Barraco, sintió la imperante necesidad de componer un himno para nuestro pueblo. Unos años después, el día 13 de septiembre de 1983, coincidiendo con la víspera de las fiestas patronales dirigió públicamente el estreno de tan singular obra, que fue interpretada a dos voces por el coro que formaban Miguel Ángel Pato, José Berlanas, Moisés Estévez y Jesús Fernández y los guitarristas Ramiro Pato y Juan Carlos Díaz, todos de la localidad.
Fue una tarde tupida de éxito y expectación; fue una tarde radiante y memorable, porque radiante fue el acto inaugural de aquellas fiestas, y memorable fue y será aquél pregón que pasará a los anales de la historia como símbolo y bandera del pueblo barraqueño.
Hoy, aprovechando la efemérides, Don Áureo Herrero ha accedido, con agrado y gentileza, a asomarse a las páginas de nuestro periódico para hablarnos del himno de nuestro pueblo. Con él mantuve una conversación amena, distendida y, en cuanto a su experiencia y maestría, muy aleccionadora.
-Don Áureo, ¿por qué compuso Vd. El Himno para El Barraco?
-Por satisfacción personal. Es un homenaje que quise rendir al pueblo donde nací. No me motivó ningún otro fin.
-¿Además de músico es poeta?
-No, jamás había compuesto antes un verso. Aún conservo los recuerdos de mi niñez. Inspirado en las imágenes de aquella hermandad, que entonces había en el pueblo, y con un poco de historia, compuse la letra.
-¿Qué compuso primero, la música o la letra?
-Primero fue la música, luego fui acoplando la letra y adaptando el ritmo de la música.
-La música de este himno resulta muy atractiva al oído…
-Sí, sí. Tiene momentos muy bonitos. La partitura tiene un gran valor musical, no es nada vulgar. Está hecha en dos versiones, una para guitarra y dos voces, que fue como se publicó aquí el día del estreno, y otra para piano en dos voces también. Entregué las dos copias al ayuntamiento, y ahí están. Después hice otra versión para cuatro voces.
-Volvamos a la letra.
-Bueno, te diré que fue todo muy espontáneo.
– Las estrofas son cuartetos endecasílabos, ¿hubo algo que le condicionara a emplear esta métrica?
-No, me salió así. Como antes te decía, nunca había escrito poesía.
-¿Le resultó muy laborioso componer esta obra?
-Mira, el artista, en general, además de las técnicas, debe valerse de la intuición. Eso es fundamental. La inspiración, la idea se desarrolla y luego, intuitivamente, se queda con lo que más le gusta. ¿Laborioso?, pues…no, creo que no, porque el artista disfruta improvisando y se recrea con su obra.
-Don Áureo ¿qué sintió Vd. cuando dirigía hace tres años, el estreno del himno?
-Yo, en estos casos, me transformo en otro, me crezco. Aquella tarde para mí es inolvidable, creo que irrepetible. También los chicos que interpretaron se calentaron con el público.
-Un himno es un signo de identidad, una bandera que debe presenciar los actos importantes, ¿por qué cree Vd. que el Himno de El Barraco no se oye cuando debiera oírse?
-Sí, un himno es algo muy serio, y debe escucharse con respeto y seriedad. Que… ¿por qué no se oye?… ¿Ah?…Yo apunté que debería hacerse una grabación en un estudio adecuado, con profesionales y sacar copias para entregarlas a las distintas asociaciones culturales y deportivas del a localidad; pero…
Fueron las palabras de Don Áureo Herrero, quién me honró contestando a las preguntas de mi cuestionario, y a quien todos los barraqueños le debemos, cuando menos, un agradecimiento.
Publicado en el Diario de Ávila el 11 de septiembre de 1986
Himno de El Barraco, Áureo Herrero Orquesta Ávila-Pulso y Púa, Elena Berrón, Directora
Himno de El Barraco, Áureo Herrero Video Banda de Música de El Barraco, J.C. de la Fuente, Director
HIMNO PARA EL BARRACO
Himno para el Barraco. PDF 345KB
LETRA
El Barraco es un pueblo precioso
El Barraco es un pueblo ideal,
verdes prados, montañas y valles
color y grandiosidad le dan.
Barraqueños son una gran familia
que le quieren, le quieren de verdad;
místicos y virtuosos
y amantes de su libertad
Castellanos son los barraqueños
duros cual su tierra natal,
paso fue de santos y de reyes
para gloria de la Hispanidad,
La Hispanidad.
El Barraco es un pueblo precioso
El Barraco es un pueblo ideal,
verdes prados, montañas y valles
color y grandiosidad le dan.
Barraqueños son una gran familia
que le quieren, le quieren de verdad;
y en el corazón lo llevan
con cariño, amor y lealtad.
ÁUREO HERRERO